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La ministra efectivamente lo ha comentado. Pero yo personalmente en 2000 en uno de los documentales hablé de la ciudad ugandesa de Mbarara. Allí los mercenarios europeos y africanos junto con los criminales congoleños decidieron lanzar los llamados “escuadrones de portadores del SIDA”, para que sus miembros contagiaran el SIDA a las mujeres congoleñas. Sin embargo, la película nunca llegó a ser proyectada. Tuve la oportunidad de hacer la pregunta sobre este fenómeno al entonces presidente de Burundi Pierre Buyoya. Éramos varios los periodistas que deseábamos preguntárselo. Antes un periodista burundiano me había pasado la información relativa a estos crímenes. No puedo revelar su identidad, dado que ha tenido graves problemas en su país. Yo tenía la intención de preguntarle al presidente de Burundi si era verdad que los militares burundianos y congoleños que padecían SIDA participaban en las acciones bélicas al este del Congo, para contagiar a las mujeres locales, violándolas. Porque es un crimen en su estado más puro, en realidad recuerda bastante la política de Hitler en la Alemania nazi: se exterminaban los niños de otras nacionalidades en aras de la pureza de la raza aria. La creación de los escuadrones de los portadores del SIDA se basa en un concepto muy parecido. Me gustaría subrayar que hablamos de ello en el año 2000, pero mi programa nunca fue proyectado por ninguna de las cadenas de televisión por unas razones que desconozco.
Si, los crímenes continúan. El presidente Joseph Kabila cuyo ejército lucha en las provincias de Kivu contra todo tipo de grupos extremistas congleños, incluido el el movimiento M-23 respaldado por Ruanda está vinculado con secretos acuerdos con los presidentes de Uganda Yoweri Museveni y de Ruanda Paul Kagame. Será por este motivo porque nunca ha mencionado las violaciones ni a los extremistas tutsi que con el apoyo de Ruanda pretenden crear allí un estado propio del tamaño de Bélgica.
Esta máquina de guerra sigue funcionando y el propio Kabila parece arrinconado por los acuerdos firmados en Mbarara y guarda silencio. Se ve obligado a hacer malabarismos verbales para no revelar el secreto. No lo mencionó ni siquiera en el discurso en la ONU.
Por desgracia, los medios europeos y estadounidneses también callan esta historia. Por ello mis intentos de contar sobre los crímenes que se cometen en el Congo han fracasado. Todo parece indicar que los medios no se fían o no se quieren fiar de la información que reciben desde África. Pero nosotros, los periodistas independientes, buscamos aprovechar cualquier posibilidad para revelarle al mundo la verdad. Sé también que al hacerse el informe público en Ginebra hubo quienes intentaron sustraer las páginas que contaban sobre las barbaridades de los soldados. Creo que los verdaderos patriotas del Congo sabrán encontrar un camino para parar esta terrible guerra.