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Dilma Rousseff ‘divide el botín’ para aferrarse a su Presidencia
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“Yo soy fuerte, y no voy a ser intimidada por falsas acusaciones. No tengo la intención de dejar el poder.” Esto es lo que escuchamos de la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, hace unas semanas mientras las tormentas económicas y políticas crecían en Brasil. La semana pasada, Rousseff cambió de todo radicalmente ya que ha sido obligada a ‘dividir el botín’ con sus adversarios políticos para evitar su inminente caída de la presidencia. Dilma ha barajado ocho de sus Ministerios y al hacerlo, le ha dado más poder al Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB). Acosada por la crisis económica, amenazada por los mercados, aplastada por las encuestas y acosada por la oposición, Dilma del Partido de los Trabajadores (PT), ha cerrado uno de sus muchos frentes para salvar su término como Presidenta: Rousseff cedió poder político a sus aliados volubles en el parlamento, los mismos con la ideología ambigua que ella ha criticado, pero de los que ahora necesita apoyo estable en el Congreso. En este momento, Dilma necesita un poco de unidad si quiere aprobar las medidas de austeridad extremas que su ministro de Hacienda, Joaquim Levy, tiene la intención de pasar a fin de detener la desconfianza creciente de los mercados y de los acreedores. La presidente se presentó ante el país para anunciar formalmente que decidió reformar su gabinete y que siete ministerios cambiarían manos al PMDB, concediendo un espacio más que lo que tenía hasta ahora. Entre los nuevos ministerios en manos del PMDB está el Ministerio emblemático de la Salud, que tiene el presupuesto más grande del país. El peso del PMDB en el gabinete es aún mayor si se considera que Rousseff, en una medida de ajuste, eliminó ocho ministerios, pasando de 39 a 31. El vicepresidente Michel Temer, también del PMDB, continúa en su cargo con la tarea de salvar la distancia entre el grupo parlamentario del PMDB, un papel decisivo en la aprobación de leyes que se necesitan con urgencia para aprobar una lista de medidas fiscales supuestamente diseñadas para corregir la situación económica y para tranquilizar a los inversores y los mercados. El 9 de septiembre, la agencia de calificación Standard & Poors rebajó la calificación crediticia a la categoría de ‘basura’ en un golpe mediático que sacudió al país y lo hizo despertar del largo y falso sentimiento de prosperidad que la sociedad brasileña pensó que estaba viviendo en la pasada década. La relación entre los miembros del PMDB y el Gobierno ha sido ambivalente desde que Rousseff comenzó su segundo mandato. Por un lado, su presencia en el gobierno y la personalidad lenta y conciliadora utilizada por Temer garantiza algún apoyo. Por otro, la hostilidad del presidente del Congreso brasileño, Eduardo Cunha, un enemigo declarado del gobierno y de Rousseff y su influencia en muchos diputados, hizo mella en el nuevo plan económico de Rousseff. Cunha, cada vez más cuestionado por la noticia de su participación en el escándalo del Lava-Jato, fue sorprendido después de que se descubrió que había abierto una cuenta bancaria en Suiza con $5 millones en la misma. Cunha dice que es inocente y que está siendo objeto de una caza de brujas política por parte del gobierno. En realidad, el mismo Cunha había dicho al Congreso que él no había abierto ninguna cuenta en el extranjero. Ahora se sabe que mintió. Rousseff tendrá que ver cómo sus cambios serán recibidos esta semana cuando se anuncie una nueva ronda de recortes presupuestarios. Pero la reforma ministerial, según DIlma, no sólo persigue la estabilidad, sino también afecta el juego de Rousseff y del PT. El ministro de la Casa Civil, Aloizio Mercadante, una especie de primer ministro de Rousseff, ahora ha sido colocado en el Ministerio de Educación. En su lugar, Rousseff nombró al ministro de Defensa, Jaques Wagner, un hombre de más confianza y del padrino de Dilma, Luis Inácio “Lula” da Silva. La influencia del ex presidente de Brasil es obvio, según la prensa brasileña. Recientemente un diario Paulista publicó una foto tomada en el Palacio de la Alvorada, en Brasilia, la residencia oficial de Rousseff, en la que Lula aparece caminando junto a un alto dirigente del PT, a unos metros de la presidente. Lula no ha sido capaz de escapar del escándalo de corrupción en el país. Un ex asistente suyo hizo público lo que parece ser un correo electrónico en el que dice que Lula presionó para favorecer a la empresa de construcción Oldebrecht, cuyos directores corporativos han sido acusados de corrupción en el escándalo de Petrobrás. Rousseff también anunció una serie de medidas para contener el gasto en los ministerios para dar la impresión de que el propio gobierno está pasando por austeridad: el salário de los ministros se redujeron en un 10%. Además, 3.000 cargos municipales fueron cortados en varias ciudades y algunos planes fueron desarrollados para ahorrar en el alquiler, gastos de luz, agua y el uso del teléfono.
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